
Esa flor que brilla blanca
tras la luz de tu mirada,
es nieve sobre la seda
y seda sobre mi alma.
No hay estrellas tan azules
ni cielo tan encendido
como los claros zafiros
que alumbran tus madrugadas
cuando descubren el día
y lo visten de turquesa,
acariciando suspiros
y regalando promesas.
La noche se desvanece,
la mañana se levanta
y el azul del cielo late...
tras la luz de tu mirada.
Francamente agradable. Gracias Paco!
ResponderEliminar