ni costa más remota que tu olvido
atrapado por el miedo sumergido
en un sueño que eclipsa la inocencia.
En las noches sin luz y sin clemencia,
cuando escucho en el viento tu latido,
viene el silencio atroz y desmedido
A turbar con sus ecos mi existencia.
¿Por qué vuelan los besos y las olas,
y el recuerdo se enreda en esa nube
que crece con el tiempo y la locura?
Sí, las estrellas se apagaron solas,
el humo del incienso ya no sube...
y se vuelve infinita mi amargura.