en el umbral del silencio,
huyendo de los fantasmas
de su liviana verdad,
te deslizas sobre el hielo
de un espejo de distancia,
bruñido por la soberbia
y disfrazado de paz.
Aquel cisne que flotaba
sobre el azogue del lago,
era noche encarcelada
en sus plumas de metal.
El orgullo cabalgaba
sobre siete estrellas negras,
clavadas entre mentiras
con reflejos de cristal.
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