
juraste tu desaliento,
con palabras perfumadas
por un aroma de miedo.
Pero el sueño estaba enfermo
y aquella tarde de viento
se borraron los poemas
que escribiste con tu cuerpo.
Y hoy vuelan entre suspiros
detrás de dos corazones,
asomados al abismo
en el que duerme aquel sueño.
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