Esa flor que languidece,
desprendida del orgullo,
es el reflejo de un tiempo
que, sin remedio, se muere
bajo el peso de un recuerdo
inalcanzable y profundo,
oculto en lo que no sientes.
Y, en el bodegón del sueño,
tu memoria se estremece,
desprendida de lo incierto,
para dormir en un mundo
de belleza triste y breve
que se olvida, en un segundo,
de ese dolor que enmudece.