sobre la tapia del huerto.
Allí duermen los laureles,
las rosas y las victorias,
perdidos en la memoria
malherida del recuerdo.
Solo asoman los cipreses
en el patio de los muertos.
Vanidades y placeres,
miseria, riqueza y gloria
olvidadas por la historia,
bajo el silencio y el duelo.
Solo asoman los cipreses
ante la sombra del cielo.
Las tristezas ya no duelen,
las penas ya no son propias:
Mi nostalgia, migratoria,
alzó temprano su vuelo.
Solo asoman los cipreses...
desde que abril es tan negro.
En memoria de mis dos eternos amigos