erguida sobre el mármol
del templo de la vida...
Columna del oráculo
de las vestales mudas,
virginales y suicidas...
Esfinge de silencio,
soberbia y orgullosa
de su frialdad altiva...
Eso fueron estas ruinas,
hoy deshechas y vencidas,
en las que ya triunfa el polvo
y las víboras anidan.
Nada queda de aquel tiempo,
laureado por la gloria
del poder y del incienso,
que se pierde en la memoria...
y la historia hizo cenizas.
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