Recuerdos dorados de campos ajenos
presagian tormentas en la madrugada,
cuando sus espigas azotan el alma
y las siete estrellas levantan el vuelo.
Murallas y besos ocultan el duelo
que llega en septiembre con la luz del alba
y clava su dardo perverso en la espalda
de aquella promesa forjada en el viento.
Pero el cielo calla, negando su llanto,
y esconde con nubes de triste silencio
el azul eterno... y el futuro amargo.
Fotografía: Isabel Tañá.
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