Por la noche se me olvida
que las estrellas son tristes,
que la luna siempre es nueva
y que en tu pecho la vida
pasa fugaz, como el vuelo
de esa negra golondrina,
a la que acelera el miedo
con su latido lejano,
colgado sobre la brisa
de un recuerdo que no esperas
cuando te llama, callado,
desde la hiedra que crece
entre tu suerte y la mía.
Por la noche se me olvida
que en la distancia se muere
cada vez que nace el día.
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