Una diadema de estrellas fugaces
se oculta en la penumbra de tu cielo
bajo el brillo de esa luna sin velo,
destructora de engaños y disfraces.
Es inútil que beses y que abraces,
de nada sirve ya que alces el vuelo
fingiendo que no existe desconsuelo...
o que al recuerdo escondas y amordaces.
La noche es negra, y gélido es el llanto
en la memoria ardiente de tu pecho,
que niega la verdad y su quebranto.
Y los sueños que habitan en tu lecho
despiertan la acidez del desencanto
por tu infinito orgullo insatisfecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario