Vuela la mies con el viento
y tras ella la esperanza,
en busca de nubes negras
que despierten con sus truenos
el rescoldo del recuerdo
de las mañanas fugaces,
perezosas... y olvidadas
en el barbecho del tiempo.
Pero el castigo es eterno
y la tormenta se aleja
sin entregarnos su llanto.
Y las espigas doradas
se adormecen en un sueño
triste, silencioso... y muerto.
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