Un beso que rompe la madrugada
y unos ojos cerrados a un pasado
transparente, profundo y despiadado
que se quedó atascado entre la nada.
Y, en tus revueltos sueños enganchada,
el recuerdo amanece en tu costado,
tras el dulce rumor de lo olvidado
por la esquiva pasión de tu mirada.
Tus amores vacíos se han dormido
en el humo lejano de tus besos
y el corazón ya apaga su latido.
¡Triste final para mis pobres huesos,
entregados al resplandor perdido
de aquel futuro que los hizo presos!
Muy hermoso y tristemente lúcido.
ResponderEliminar¡Muy buen soneto, FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ! Un saludo cordial desde Mar del Plata.
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