Una octava real que languidece,
un vendaval feroz que ya no brama,
un beso amanecido que perece
y el orgullo marchito que te llama
son sueños de un pasado que merece,
apagando el rescoldo de aquel drama,
talar los tristes bosques del olvido
y recordar la luz de lo prohibido.
Irreal y muy bonita. Gracias, Paco.
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