Ya murió la luna llena
tras el reflejo lejano
de aquel azulado espejo
que iluminaba mis manos
mientras soñaban los seises,
en los sietes enredados.
Las noches ya no son largas
cuando no estás a mi lado,
solo retumba en silencio
el dolor de mi costado,
susurrando sus latidos
suaves sueños olvidados.
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