Entre destellos de grana
la noche se vuelve oscura,
tras un reflejo de plata
que se esconde en la penumbra
y cruza bajo la luna
como una sombra callada.
Es un grito que me inunda
con su llanto la garganta:
los besos se vuelven tumbas
y epitafios las miradas.
Ya no vuelan alas blancas
cuando doblan las campanas,
solo un recuerdo que alumbra
tantas tristes madrugadas
desde el silencio me llama...
y en la memoria se apaga.
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