Flores azules que buscan
una luz que les consuele
del aroma que perdieron
entre la noche y las dudas.
Pétalos de seda triste
que se adormecen fingiendo
recuerdos que ya no tienen,
de un cielo lejano y libre.
Pistilos que nunca pueden
refugiarse en la nostalgia
porque la brisa se apaga
cuando los estambres mueren.
Tardes dulces que se alargan
y sin querer palidecen,
recordando en la distancia
el dolor de cien mañanas.
Azules... sí, son azules...
aunque ayer fueran tan blancas
y brillasen a la sombra
de un amor, callado y terco,
que iluminaba aquel tiempo
en el que espinas y rosas
soñaban con la esperanza
de morir con su perfume.
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