miércoles, 8 de julio de 2015
Cantó la cigarra
Reinaba el silencio.
Pero volvió julio, espeso y opaco,
con sus tardes muertas de sueños amargos,
con fuego en sus noches de oscuro delirio.
Llegó su palabra.
Orgullosa y triste, con voz de cigarra.
Invisible, débil... como un eco dulce
que tiembla en la espalda
y escribe en el aire sus frases cautivas,
sus luces esquivas que a Venus engañan.
El laurel altivo que crece en su pecho
destruyó la hiedra que trepó en el alma,
arañó el silencio y volvió al recuerdo
de un mundo cansado,
soberbio y estrecho...
Después, la mañana
encendió el olvido y, al brillar la calma,
se durmió el destino en brazos del alba.
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