Negras eran las alondras
y triste la primavera,
con almendros y mimosas
florecidos sin colores
y alejados por la pena.
Ya no vuelven las miradas
a encender los frutos blancos
en los brazos de la espera...
y se mece en la distancia
el rescoldo de la hoguera.
Pero nunca será siempre
cuando lluevan las sonrisas
sobre las viejas promesas
que cantaban en la tarde
las alondras pasajeras.
¡Ay, don Paco!, su poema
ResponderEliminarme regocija, entristece,
y aún hoy la vida florece
cuitada mi alma reclama
los amores que delama
antes su Ascensión comience.