Breve y eterna lisonja
resbala sobre tus hombros
siempre a favor de la suerte
y rebelde ante mis ojos.
Ya no sabes si quererme
o si fuiste ave de paso
que, con vuelo lento y largo,
flotaste sobre una noche
suave como la muerte
y fría como tus brazos.
Pero la luz de lo amargo
es luciérnaga engañosa
y entre las sombras se duerme
mientras sueña, perezosa,
que la eternidad disuelve
las espinas de las rosas
y al corazón le devuelve
las caricias que robaron
suspiros y mariposas.
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