recordando la distancia
que nos separa del alma,
cuando corrió por su espalda
una tinta de nostalgia
tan negra como la suerte
y suave como la muerte.
Por la noche me ha mentido.
Pensó que ya no se acuerda
ni de luces ni de sombras,
que no hay madrugadas sordas
y que ya nadie la espera,
entre la tarde y el frío,
en sus sueños escondido.
Pero la verdad es terca,
detrás de unos ojos tristes
que revuelven el pasado
por jardines olvidados...
y en atardeceres grises,
atrapados en las rejas
de sus promesas de piedra.
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