Negras eran las alondras
y triste la primavera,
con almendros y mimosas
florecidos sin colores
y alejados por la pena.
Ya no vuelven las miradas
a encender los frutos blancos
en los brazos de la espera...
y se mece en la distancia
el rescoldo de la hoguera.
Pero nunca será siempre
cuando lluevan las sonrisas
sobre las viejas promesas
que cantaban en la tarde
las alondras pasajeras.